URIUM es como se conocía en la antigüedad a Río Tinto.
Incluso antes de nombrarse así la zona ya estaba ligada a la actividad minera. Actividad que hoy en día sigue en curso y que ha transformado totalmente el paisaje.
Este entorno, su paisaje, sus formas, así como sus colores y sus rarezas son lugar de observación.
Este proyecto es una mezcla de miradas, de la forma en la que diferentes personas se adentran en el Tinto.
Buscando y extrayendo de partes del río algo que a la vez está allí y dentro del pensamiento cada una de ellas.
1. En tu visión personal, ¿Qué significa capturar un paisaje como el de Río Tinto, que es a la vez natural y profundamente transformado por la intervención humana?
Pere Soler: ““Rio Tinto es diferente a todo, te atrae, te atrapa y como fotógrafo te hace elevar la imaginación a otro nivel pero realmente fue cuando pude volar por encima la primera vez, cuando descubrí “mi” Rio Tinto.”
Ana Retamero: “La fotografía en Río Tinto ofrece múltiples posibilidades para un naturalista, ya que combina ecosistemas muy singulares con condiciones extremas para la vida, generadas tanto de forma natural como por la explotación minera que se viene ejerciendo desde antiguo. La alta concentración de metales pesados y las aguas de pH ácido restringen las formas de vida, lo que ha llevado a la evolución a la selección de las especies que mejor se adapten a estos ambientes hostiles.
Por este motivo, no solo se disfrutará del color, las formas y las texturas, sino que se podrán fotografiar especies muy interesantes, como el endemismo Erica andevalensis, conocido como brezo de las minas, que crece en las orillas del río, rodeado de suelos con sales precipitadas y aguas de variadas tonalidades.”
Juan Carlos Fajardo: “Para mí el Río Tinto es un ejemplo de como el ser humano y la naturaleza, en la actualidad, se combinan. Y de como en un lugar devastado puede surgir la belleza.”
2. ¿Qué elementos visuales o detalles crees que mejor representan la esencia del río Tinto y su historia minera?
Chus Recio: “El río Tinto, con su singularidad cromática y geológica, es un paisaje que trasciende lo físico y se convierte en un símbolo profundo de la interacción entre la naturaleza y el hombre. Sus aguas teñidas de rojo, impregnadas por los minerales que emergen del suelo, no solo reflejan la riqueza mineral del lugar, sino también la herida abierta por siglos de explotación. Este río, en su serenidad aparente, es la memoria viva de un proceso industrial que, a lo largo del tiempo, ha ido erosionando tanto el terreno como la propia relación entre el ser humano y su entorno.
Los paisajes que rodean el río Tinto, marcados por las huellas de antiguas minas y formaciones geológicas erosionadas, nos hablan de una historia ininterrumpida de extracción y transformación. Las montañas, despojadas de su verdor original, y los restos de las instalaciones mineras desmoronadas se alzan como vestigios de una era de dominio y de fuerza bruta sobre la tierra. Estos elementos, que en su quietud parecen susurrar el relato de siglos de actividad, representan el costo de una ambición humana que busca despojar a la naturaleza de sus secretos más profundos.
En la fotografía, esos vestigios—los suelos erosionados, las montañas amputadas, los caminos de mineral que serpentean por el paisaje, la tierra agrietada llorando lágrimas de colores, el rojo anaranjado de sus aguas—son testigos de una historia de trabajo y sacrificio, de una civilización que, al modelar la tierra, también ha dejado su impronta de desolación. No obstante, en esta misma desolación, se encuentra una extraña belleza. La interacción de la luz con el paisaje árido y rojizo refleja no solo la dureza de la minería, sino la persistencia de un entorno que, a pesar de la devastación, sigue resistiendo, como una metáfora de la vida misma, que siempre busca renacer.
A través de los detalles más sutiles, como las manchas de óxido en las piedras o las sombras que se proyectan sobre el suelo agrietado, podemos percibir una reflexión sobre el tiempo y la memoria. La vegetación que, aún en su lucha por sobrevivir, se adhiere con tenacidad a las rocas, simboliza la capacidad de la naturaleza para adaptarse, para desafiar las adversidades impuestas por la intervención humana.
En definitiva, la esencia del río Tinto y su historia minera no se captura solo en su paisaje visible, sino en las huellas de su pasado que se encuentran impregnadas en cada roca, en cada rincón de tierra roja. Es un lugar donde la belleza y la destrucción coexisten, donde la minería ha dejado no solo un vacío, sino una profunda reflexión sobre el impacto irreversible que dejamos en el mundo. Esta dualidad es lo que define al río Tinto: un lugar de transición, de transformación, de una historia interminable entre el hombre y la naturaleza.”
3. ¿Cómo crees que el color, la textura y la forma del paisaje de Río Tinto afectan el significado de tu trabajo fotográfico? ¿De qué manera estas características se relacionan con tu propia interpretación personal del lugar?
Juan Tapia: “Río Tinto es, para mí, como una escuela de arte, porque me invita a mirar más allá de los paisajes convencionales. Me enseña a fragmentar el entorno y descubrir abstracciones y ciertos simbolismos. Este lugar ha sido clave para enriquecer mi visión fotográfica, ayudándome a observar de una manera diferente, especialmente a través de sus colores, texturas y formas.
Además, he aprendido a llevar este enfoque a otros paisajes naturales, buscando estímulos similares. Con el tiempo, esta forma de mirar se ha convertido en un estilo que me apasiona, un enfoque que refleja de manera honesta el significado de mi obra fotográfica.
Todas estas características visuales están presentes en el paisaje, pero requieren de cierta sensibilidad para entender su lenguaje y hacerlo propio. Mi interpretación no se basa solo en cómo lo fotografío, sino también en lo que me hace sentir al estar allí. Sus colores intensos, texturas únicas y formas abstractas me invitan a reflexionar sobre la capacidad de la naturaleza para crear belleza. Muchas veces, siento que soy un mero espectador de una obra que ya está terminada.
Río Tinto me transporta a la magia de la infancia, a un mundo lleno de fantasía. Es un lugar que parece irreal, como si perteneciera a otro planeta. Aunque lo he visitado muchas veces, siempre logra sorprenderme con sus paisajes efímeros, haciendo que cada visita sea especial y única.”
“REIMAGINANDO BOSQUES”
Juan Carlos Fajardo
Cámara: Nikon D800
Lente: 24-70mm
Distancia Focal: 70mm \ Apertura: f/11 \ Velocidad: 1/20 \ ISO: 400
“HOMENAJE A MIRÓ”
Antonio Camoyán
Cámara: Canon EOS 50D
Lente: -
Distancia Focal: 40mm \ Apertura: f/10 \ Velocidad: 1/125 \ ISO: 200
“LA PLUMA”
Rosana Pita
Cámara: Nikon D300
Lente: 70-200mm
Distancia Focal: 200mm \ Apertura: f/8 \ Velocidad: 1/4 \ ISO: 200
“MEMORIA FRACTURADA DE LA TIERRA”
Chus Recio
Cámara: Canon EOS 5D Mark IV
Lente: EF 24-105mm
Distancia Focal: 105mm \ Apertura: f/8 \ Velocidad: 1/100 \ ISO: 2000
“BATIENDO EL COBRE”
Pere Soler
Cámara: Canon EOS 5D Mark IV
Lente: 70-200mm
Distancia Focal: 110mm \ Apertura: f/5,6 \ Velocidad: 1/640 \ ISO: 400
“HOMENAJE A KANDINSKY”
Juan Tapia
Cámara: Canon EOS 5D Mark II
Lente: 70-200mm
Distancia Focal: 17mm \ Apertura: f/11 Velocidad: 1/5 \ ISO: 200
"EL RÍO ABSTRACTO”
Javier Llabrés
Cámara: Nikon Z6 II
Lente: 70-180mm
Distancia Focal: 70mm \ Apertura: f/8 \ Velocidad: 1/800 \ ISO: 800
“UN RÍO DESIERTO”
Pedro Javier Pascual
Cámara: Nikon Z6 II
Lente: 70-180mm
Distancia Focal: 180mm \ Apertura: f/9 \ Velocidad: 1/800 \ ISO: -
“LA HUELLA DE LA HUMANIDAD”
Néstor Carda
Cámara: Nikon D610
Lente: 24-70mm
Distancia Focal: 68mm \ Apertura: f/4 \ Velocidad: 1/80 \ ISO: 200
“VIDA Y MUERTE EN EL TINTO”
Ana Retamero
Cámara: Nikon D300
Lente: 70-210mm
Distancia Focal: 210mm \ Apertura: f/6,3 \ Velocidad: 1/1600 \ ISO: 600