“Para mí, la cámara es una excusa para conocer.”
Así define Graciela Iturbide su manera de acercarse al mundo. No habla de técnica ni de perfección formal. Habla de la mirada, de la curiosidad, de ese impulso de descubrir lo que otros no ven.
Iturbide es una fotógrafa que ha sabido encontrar belleza en lo simple y en lo cotidiano. Su obra es, ante todo, un ejercicio de empatía y asombro. En sus imágenes, lo local se vuelve universal y lo cotidiano, simbólico.
Su vida
Graciela Iturbide nació en Ciudad de México en 1942. Inicialmente, quiso ser cineasta, pero un taller de fotografía con Manuel Álvarez Bravo cambió el rumbo de su vida. Álvarez Bravo no solo se convirtió en su maestro, sino en una influencia decisiva en su forma de mirar.
Desde los años 70, Iturbide ha recorrido México y el mundo, explorando temas como la identidad, la ritualidad, la muerte y la relación entre el ser humano y la naturaleza.
Aunque su obra es profundamente mexicana, ha trabajado en países como India, Estados Unidos y España, siempre manteniendo una mirada cercana, respetuosa y poética.
Hoy es considerada una de las fotógrafas más importantes a nivel internacional, con premios como el W. Eugene Smith Memorial Fund y el Hasselblad Award.
Su estilo fotográfico
Graciela Iturbide no se interesa por la espectacularidad. Su fotografía es contemplativa, simbólica y profundamente humana.
Trabaja en blanco y negro, con encuadres precisos pero cargados de libertad emocional. Sus imágenes suelen explorar dualidades: lo sagrado y lo profano, la tradición y la modernidad, la vida y la muerte.
La intuición guía su trabajo. Sus fotografías no son escenificadas ni buscan la perfección técnica, sino que capturan la esencia de lo que observa. Al igual que Kertész, Iturbide transforma lo ordinario en algo trascendente.
Sus imágenes nos invitan a detenernos, a mirar con atención y a descubrir nuevas capas de significado en lo aparentemente simple.
Proyectos más destacados
A lo largo de su carrera, Graciela Iturbide ha desarrollado series fotográficas que hoy son fundamentales para entender la fotografía latinoamericana contemporánea. Aquí algunos de sus proyectos más emblemáticos:
1. Juchitán de las Mujeres (1979–1989)
Uno de sus trabajos más conocidos. Durante casi una década, Iturbide documentó la vida de las mujeres zapotecas en Juchitán, Oaxaca, una sociedad matriarcal. Sus retratos muestran fuerza, dignidad y belleza, sin idealización. La imagen de la mujer con iguanas en la cabeza se ha convertido en un ícono de su obra.
2. Los que viven en la arena (1978)
En esta serie, Iturbide se adentró en la vida de los indígenas Seri, un grupo nómada del desierto de Sonora. Más que un registro antropológico, estas fotografías son encuentros íntimos que revelan la conexión entre las personas, el paisaje y sus costumbres.
3. Fiesta y muerte (1978–1990)
Explorando las festividades populares y los rituales relacionados con la muerte en México, Iturbide capturó procesiones, altares y ceremonias, siempre con respeto y sensibilidad. Estas imágenes dialogan con la tradición mexicana de abrazar la muerte como parte de la vida.
4. India (1998)
En este proyecto, la fotógrafa trasladó su mirada poética a la India. Sus fotografías de templos, rituales y escenas urbanas muestran cómo, a pesar de la distancia cultural, la humanidad comparte gestos, símbolos y misterios universales.
5. Naturalezas muertas (década de 2000)
En años recientes, Iturbide ha trabajado en series más introspectivas, como sus imágenes de aves, objetos y espacios vacíos. En ellas, continúa explorando la relación entre lo simbólico y lo cotidiano, en composiciones minimalistas y evocadoras.
Influencia en la fotografía moderna
Graciela Iturbide ha influido profundamente en generaciones de fotógrafos latinoamericanos y de todo el mundo. Su capacidad para combinar lo documental con lo poético ha abierto nuevas posibilidades dentro de la fotografía contemporánea.
Ella ha demostrado que la fotografía no necesita grandilocuencia para ser poderosa. Su trabajo ha inspirado a fotógrafos como Cristina García Rodero y a muchos jóvenes que buscan narrar historias desde una mirada personal y comprometida.
Su obra se estudia en universidades y se expone en museos de renombre como el Getty, el MoMA y el Centre Pompidou, consolidando su lugar como una de las grandes maestras de la fotografía universal.
Conclusión
Graciela Iturbide nos enseña a mirar con profundidad y a encontrar significado en los detalles más sencillos. Sus fotografías no son solo imágenes; son encuentros. Nos invitan a cuestionar, a observar y a comprender mejor la diversidad del mundo.
En una era de saturación visual, su trabajo nos recuerda la importancia de la paciencia, de la conexión humana y de la autenticidad. Volver a Iturbide es volver a lo esencial: a la mirada, al tiempo y a la emoción sincera que puede contener una sola fotografía.
Anexo: El equipo que utiliza
A lo largo de su carrera, Graciela Iturbide ha trabajado principalmente con cámaras analógicas, manteniéndose fiel a la fotografía en blanco y negro. Estos son algunos de los equipos que ha utilizado:
* Olympus OM-1 (cámara de 35 mm, la más emblemática de su trabajo, especialmente en sus proyectos de los años 70 y 80). Ver en nuestra web.
* Hasselblad 500 (formato medio, utilizada en algunos retratos y naturalezas muertas). Ver una opción similar en nuestra web.
* Leica M6 (para trabajos más recientes). Ver en nuestra tienda.